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sábado, 27 de diciembre de 2025

DIALOGO ÍNTIMO EN UNA GALERÍA DE POEMAS

             
Cuando el destino te pone en comunicación con alguien que escribe versos y que los hace muy bien, a esta que suscribe, sencilla escritora aficionada al arte de las letras, le produjo tanta satisfacción como sana envidia, y como la envidia tiene nombre de mujer, me convertí en velada aliada de la poesía del autor y le respondí a su invitación de escribirle el prólogo de su nuevo poemario, Lenguas de Fuego, no sin insistir, todo hay que decirlo, en la razón de ser yo la elegida.
Mi relación con José Luis Posa, comenzó a través del Blog de la Comunidad de El País, y tras el posterior y frecuente contacto con él y con su esposa por las redes sociales, se establecieron unos lazos de buena amistad que me gustaría mantener hasta el final de nuestros días.
Ya convencida de la responsabilidad encomendada por el autor, esta humilde convertidora de las palabras en letras impresas había aparcado por un tiempo el mundo de la poesía para adentrarse en el de la prosa y se encontraba bastante desorientada, razón por la que, para meterme mejor en el papel, me obligué a sumergirme en la lectura de otros poetas y finalmente en la de José Luis Posa, donde aprendí y recordé toda la riqueza poética de mis tiempos de estudiante y luego de la suya, y sin pretender hacer comparaciones, me reencontré con una impresionante cantidad de juegos de palabras, estructuras emocionales y una gran variedad de elementos, que me invitaron a meditar concienzudamente sobre esta obra, de la que puedo dar fe, podrá ser disfrutada por lectores de todas las edades que, con el paso de los años, continuarían manteniendo con el autor un estrecho vínculo, precisamente por la sencillez con que expone en sus versos los sentimientos más íntimos, hecho que permitirá al lector sin demasiada preparación, reencontrarse con una infinidad de voces, matices e inesperadas y múltiples sorpresas que despiertan situaciones de ensoñación, hasta encontrarse con el camino que conduce al ser humano hasta la estancia suprema de la vida, bien por medio de la sutileza del silencio, de la sensualidad, la desesperación, la alegría y la angustia, o por ese pequeño y gran dolor del amor y del desamor, el desengaño, la enfermedad e incluso la muerte, situaciones y vivencias que este poeta, reverencia con todo respeto en cada palabra que escribe.
Pero a ver cómo me las arreglaba yo para comentar de manera objetiva la obra de José Luis Posa, sin que se pusiera en evidencia el enorme aprecio que siento por su persona, y con ese pensamiento, pero dispuesta a todo, me puse manos a la obra mientras también me decía que, buena me había caído. 
José Luis Posa domina con precisión el ser humano en su encuentro con la naturaleza y con la creación, a través del aliento invisible de lo poético, en parajes interiores que se diría que ha vivido en propia persona y cobijándose en un diálogo íntimo que convierte en una infinita galería de poemas de impresionante belleza, con pequeñas y grandes expresiones que sustentan el infortunado espectro de la realidad de la vida, pero entremezclando y conciliando al mundo con la necesidad de la armonía y de lo extraordinario, abriendo al exterior una ventana, que va desde las oscuridades hasta la luz y a la elevación de lo más cotidiano: la lluvia, el frío, el calor, el juego del sexo, el dormir y el despertar, la fantasía, la compasión, el amor, el odio, y todas las pequeñas y grandes cosas que hacen del hombre un ser irrepetible.
Yo me he sentido muy cómoda leyéndole, ahora les toca a ustedes, lectores, abrir este poemario, hojearlo, leerlo y disfrutarlo.

                                                                    Maribel Cano-Pascual